Crónica de un sommelier en una prueba internacional: esfuerzo, humildad, conocimiento y responsabilidad

Fecha de publicación: 19/11/2021

Que el azar es caprichoso nadie lo pone en cuestión, véase cómo están las administraciones de lotería en estas fechas, pero para no tener ningún tipo de duda el mismo se ocupa de darnos baños de realidad para marcar nuestro destino.

Esta es una de las conclusiones a las que llegó nuestro Jon Andoni durante las más de siete horas que estuvo encerrado en una habitación, al principio con sus camaradas sumilleres, pero donde finalmente acabó irremediablemente solo.

Todo comenzó un par de horas antes, sobre las ocho de la mañana, cuando antes de empezar ninguna de las pruebas del concurso, cada impecable concursante (porque hay que verlos, qué guapos y guapas van todos) saca el numerito que asegura su anonimato. Y nuestro Jon Andoni sacó el 33.

A priori es sólo un número, pero ¡ay, amigo! que esto acaba de empezar primera prueba cata descriptiva de un vino 3 minutos, e identificación de 3 productos. 3 minutos mas, uno por producto. Pasen de uno en uno, Jon Andoni el último que para eso tiene el 33… y son 33.

Media hora larga después empieza por fin. Identificación de producto, materia prima, región de producción, marca eso como mínimo y más si te da tiempo. Vamos a por la segunda prueba.

 

Examen escrito

Aquí por lo menos todos a la vez, de modo que salvo por el hecho de tener que poner el 33 en cada uno de los 40 folios de examen, el dichoso numerito no condiciona mucho. 100 preguntas, 90 minutos. Una locura. Aguas del mundo, cervezas y lúpulos del mundo, legislación, fotografías, sommelieres campeones de ASI etc. En fin.

Preguntas que en si no eran una sino hasta 4 y 5. Los concursos son así, de locura e imprevisibles dentro de las bases, como la imprevisible y curiosa única referencia a España en esta
ocasión. Atención pregunta, donde se encuentra la isla de Ibiza. Como única referencia me parce escaso y tratándose de un concurso de sommeliers creo que los festivaleros, que los hay, tienen ventaja.

Y como dirían por Sevilla, péinala poco a poco que es la tercera.

 

Prueba de servicio

Aquí es donde te acuerdas del dichoso 33. Esto le paso a nuestro Jon Andoni, más de cuatro horas encerrado y custodiado en una habitación, al principio con 32 impecables compañeros, al final solo, Como únicos testigos las sillas vacías, los restos del café y las migas de las galletitas. Así fue la escena, viendo salir uno a uno a sus compañeros y quedándose solo tras cuatro horas sabiendo que vas a llegar a torear un morlaco que ya lleva muchos capotazos.

Bien se podría decir que esta agonía ya era la tercera prueba. Pero ni tan mal. Cuatro horas dan para concentrase mucho y 35 años de experiencia en sala ni te cuento, por ello, de la prueba de servicio salió nuestro candidato más que satisfecho. No se equivocaba al trasmitirlo, pues fui testigo días después de la felicitación personal del presidente de Serbia. A Jon Andoni, destacando su seguridad, concisión y precisión.

Es para estar orgulloso, la prueba se dividía en dos. Una primera en la que el candidato debe revisar una mesa dispuesta con el utillaje preciso para el servicio que le solicite el jurado, que en esta ocasión se trataba de una mesa de seis que demandaban un servicio de vino en formato magnum y para lo que disponía de dos minuto.

La segunda parte, una mesa de tres solicitó el servicio de un champan. De minutos más. Sin problema. Prueba superada.

Y así llegamos al final. Atrás quedan las mas de siete horas de maratón, de nervios, de silencios y de tensas conversaciones (en inglés) atrás queda el hambre, las migas de las galletas y las sillas vacías, solo permanece casi intacta, la ilusión y la percha, todos siguen estando impecables porque hay que ver lo que viste ese uniforme de sumiller cuando se está entre los mejores de Europa y África.

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