CASTILLO DE CANENA ACOGE LA PRIMERA JORNADA FORMATIVA PARA SUMILLERES DE LA UAES SOBRE ACEITE DE OLIVA VIRGEN EXTRA
La visita de la delegación de presidentes de la UAES nace con la vocación de continuidad y la futura colaboración para la formación de sumilleres y la organización de un concurso específico sobre el aceite de oliva.
La primera jornada formativa sobre el aceite de oliva virgen extra que han recibido destacados miembros de la UAES ha tenido lugar el pasado martes en las instalaciones del Castillo de Canena y posterior visita a la finca olivarera de la familia Vañó en la comarca de Úbeda, Jaén.
Con una apretada agenda, la delegación de la UAES conoció de mano de los propietarios Rosa y Paco Vañó, las singularidades del proceso productivo de los aceites Castillo de Canena, visitando la finca de 1500 has. donde producen las varietales Picual, Arbequina y Royal.
Tras la exposición de los modelos de gestión y productivo desarrollados por Castillo de Canena los sumilleres tuvieron ocasión de participar en una cata dirigida de tres aceites de cosecha 2018 (arbequina primer día de cosecha, picual reserva familiar cosecha temprana y ecológico picual) ejercitándose de este modo en esta modalidad de cata con más diferencias que analogías con la cata de vino.
La delegación de presidentes regionales de la UAES encabezada por el Presidente Nacional Pablo Martín, ha sido según sus propias palabras de máximo interés no sólo por la calidad de los conocimiento adquiridos, sino también por el interés de poder hacerlos extensivos a todos los sumilleres. Los hermanos Vañó han mostrado todo su apoyo al sector colaborando con la UAES para abanderar acciones orientadas a la formación de los sumilleres en el conocimiento y servicio del aceite de oliva virgen extra y entre las acciones futuras cabe la posible organización de un concurso nacional que incentive y premie el cocimiento sobre este producto pilar de la dieta mediterránea.
CASTILLO DE CANENA.
El Castillo de Canena, castillo palacio del siglo XVI, fue el escenario de las primeras actividades programadas para 20 horas de intenso trabajo en el que el olivo, las varietales de aceituna y el aceite fueron protagonistas absolutos de la agenda formativa. Un protagonismo que fue compartido puntualmente con el mundo de la vid y el vino por numerosas referencias a este sector bien por analogías y paralelismos o por diferencias con el olivo y el aceite.
La agenda daba comienzo la tarde noche del domingo con una agradable velada de hermanamiento entre sumilleres y bodegueros con la familia y equipo de Rosa y Paco Vañó. Tras la calurosa bienvenida de los hermanos, tuvo lugar la degustación y cata de una selección de vinos de Jaén que representaban la escasa viticultura de una provincia marcada por su casi monocultivo olivarero. Presentes dos zonas diferenciadas de producción: de una parte Pedro Olivares dirigió la cata de sus vinos de Bodegas Entredicho de la sierra de Segura y de otra, José Luis Navarro y su esposa Araceli, de bodegas Viñas Tintas Capellanías de Andújar, Sierra Morena. Francisco Fernández del laureado estrella Michelín Restauramte Bagá de Jaén y Julián Hermoso, fueron los representantes del sector de la sumillería en Andalucía.
En la mañana del lunes, María Garrido ingeniera agrónoma responsable de campo de Castillo de Canena fue la encargada de iniciar a los sumilleres en la características del cultivo del olivo y la producción de aceites de alta calidad de Castillo de Canena. La diferenciación como elemento de calidad es la espina dorsal de una presentación que marca las singularidades de esta empresa familiar que gestiona 1.500 Has. de olivos propios de las varietales Picual, Arbequina y Royal pero que además invierte permanentemente en tecnología – el tiempo desde la recogida al embotellado no supera las tres horas – en investigación – han desarrollado un campo experimental con más de 30 varietales procedentes de todo el mundo – e invierte en la buena praxis y gestión de factores medioambientales: producen su propio compost, generan energía limpia y tienen un balance de carbono positivo.
La calidad de los aceites Castillo de Canena, acreditada por los numerosos premios y reconocimientos internacionales, se ratificó en la cata que dirigió Isabel Alameda, responsable de exportaciones. Cada palabra de Isabel llena no sólo de conocimiento si no y sobre todo de verdadera pasión por los aceites despertó el interés del público profesional de las catas de vino por aprender a hacer correctamente una cata de aceites en las que el abanico de atributos es mucho más limitado. Se cataron tres variedades de aceites, dos picual, una de ellas biodinámica y una arbequina, todas ellas de primera cosecha 2018.
No hubo ocasión de reconocer atributos negativos en los aceites Castillo de Canena pero sin duda los positivos fueron gratamente disfrutados por todos.
Igual de disfrutada por todos resultó la posterior visita a la finca, donde ver y reconocer in situ los elementos diferenciales de Castillo de Canena para conseguir la excelencia.
Resulta cuanto menos curioso pasear por un olivar tan verde y vivo simultaneando los trinos con palabras más propias de una factoría industrial. Sistemas de visión artificial, atmósfera inerte, oxímetros de medición… son términos del presente de Castillo de Canena a los que en un futuro no muy lejano se le unirán los ultrasonidos para aplicar a las aceitunas en su viaje del árbol a la botella. (Hasta ahí puedo leer)
El sistema de producción semiintensivo y de precisión llevado a cabo se visualiza en cada uno de los 32 pagos Castillo de Canena. Olivos perfectamente ordenados, monitorizados, diagnosticados y tratados son parte del éxito de esta empresa familiar en la que el concepto familia no viene determinado por el RH. Otra buena parte del éxito, es la genética, y no sólo de los olivos. Rosa y Paco Vañó han creado con cada miembro del equipo una verdadera familia unida por la pasión por el aceite.
A todos ellos enhorabuena y gracias. Gracias a María Paria y María Garrido, a Isabel, a María José, a Emilio, a Pepe, a Manolo…por supuesto gracias a Luis, Rosa y Paco Vañó y por último a Ana que tan buen sabor de boca nos dejó. Estuvimos y comimos como en casa.